miércoles, 19 de marzo de 2014

Carolina Laín: La bella durmiente

LA BELLA DURMIENTE

Hace muchos años vivían un rey y una reina en un palacio, quienes cada día decían:
"¡Ay, si al menos tuviéramos un hijo!" Pero el hijo no llegaba. Sin embargo, una vez que la reina tomaba un baño, una rana saltó del agua a la tierra, y le dijo: "Tu deseo será realizado y antes de un año, tendrás una hija”.

Lo que dijo la rana se hizo realidad, y la reina tuvo una niña tan preciosa que el rey no podía ocultar su gran dicha, y ordenó una fiesta. Él no solamente invitó a sus familiares, amigos y conocidos, sino también a un grupo de hadas, para que ellas fueran amables y generosas con la niña. Eran trece estas hadas en su reino, pero solamente tenía doce platos de oro para servir en la cena, así que tuvo que prescindir de una de ellas.
La fiesta se llevó a cabo con el máximo esplendor, y cuando llegó a su fin, las hadas fueron obsequiando a la niña con los mejores y más portentosos regalos que pudieron: una le regaló un peluche hablador en distintos idiomas para que fuese la más envidiada de todo el reino al poseer una alta capacidad para hablar veinte idiomas, otra un móvil inteligente para que los reyes pudieran estar siempre pendiente de su hija, otra una tablet, y así todas las demás, con todo lo que alguien pudiera desear en el mundo.

Cuando la decimoprimera de ellas había dado sus obsequios, entró de pronto la décimotercera. Ella quería vengarse por no haber sido invitada, y sin ningún aviso, y sin mirar a nadie, gritó con voz bien fuerte: "¡La hija del rey, cuando cumpla sus quince años, le llegará un mensaje al whatsApp el cual le hechizará con tan solo leerlo y dormirá un sueño eterno, del cual sólo podrá despertarte el beso del príncipe que consiga atravesar estos jardines.
Y sin más decir, dio media vuelta y abandonó el salón.
Todos quedaron atónitos, pero la duodécima, que aún no había anunciado su obsequio, se puso al frente, y aunque no podía evitar la malvada sentencia, sí podía disminuirla, y dijo: "¡Ella no morirá, pero entrará en un profundo sueño por cien años!"

Cuando llegó el día que cumplía sus quince años, el rey y la reina no se encontraban en casa, y la doncella estaba sola en el palacio. Así que ella fue recorriendo todo sitio que pudo, miraba las habitaciones y los dormitorios buscando regalos, cuando de pronto vió una caja muy llamativa e impacientemente la abrió, era un móvil, ella impresionada lo encendió a pesar de que tenía prohibido desde pequeña coger un móvil, pero le rondaba la curiosidad y empezó a observar las distintas aplicaciones que aparecían como WhatsApp, Instagram, Facebook, Twitter.
Decidió abrir WhatsApp ya que había oído hablar de ello siempre en sus alrededores y empezó a escribir a todas sus amigas para invitarlas a la gran fiesta de cumpleaños que tenía pensado realizar por sus 15 años, y pasado cinco minutos la princesa cayó de repente al suelo como muerta.
El hada maligna había enviado el móvil con ese mensaje maligno para que cayese en ese gran sueño del que no podrá despertar en cien años, además ahuyentó con su magia a todos los príncipes de reinos vecinos, para que no hubiera quien rescatase del sueño a la joven, y convirtió los jardines del palacio en un bosque impenetrable para desalentar a cualquier viajero.

Con el paso del tiempo, el hada se mudó a otro reino bastante alejado, para perder de vista lo que había hecho. Allí formó una familia: el rey de esas tierras la tomó por esposa, la convirtió en reina y tuvieron un hijo, que era un joven algo malcriado y perezoso, aunque muy buen jinete.
Un día, este príncipe salió a cabalgar y traspasó el límite de sus tierras. Persiguiendo a una fiera, llegó cerca del palacio de la Bella Durmiente y entró en el bosque lleno de malezas y alimañas que lo rodeaba. El muchacho no encontró a la fiera, pero sí llegó al palacio.
Una vez dentro encontró a la princesa tirada en el suelo. Su hermosura lo cautivó de tal forma que se arrodilló a su lado y la besó.
Entonces, ella despertó lentamente del sueño y con tal solo una mirada se enamoraron, abrazó fuertemente a sus padres parecía como si hubiera vuelto de un largo viaje, los reyes besaron a la princesa y dieron la bienvenida al príncipe.

Como sentían que habían perdido mucho tiempo, comenzaron a organizar la mejor boda del reino, e invitaron a gente del lugar y de tierras vecinas, y como no, a los padres del novio. Al saber que su hijo, el príncipe iba a casarse con la Bella Durmiente, el hada comprobó que el amor al fin corregía los males provocados por el odio y sintió un gran alivio en su corazón.
Días después se celebró la boda del príncipe y la joven con todo esplendor, y vivieron muy felices hasta el fin de sus vidas.



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